jueves, 29 de enero de 2009

ATENTADO GRAVE A LOS DERECHOS HUMANOS




El tráfico de mujeres, propiciado por una cultura economicista y materialista, que ha olvidado el carácter sagrado y la dignidad de la persona humana, es una de las más escandalosas formas de reducción del ser humano a mera mercancía.
Hay que reconocer, además, que buena parte de las mujeres prostituidas a través de las redes de tráfico tenían previamente inculcados sus derechos más elementales. La entrada en ese tráfico no hace sino profundizar la marginación en la que ya vivían. La mujer, auténticamente “vendida” en estas redes, vive en una situación de extremada pobreza.

Los niveles sociales de tolerancia ante este hecho evidencian, junto a la degradación moral de quien hace uso de los servicios sexuales por dinero, una profunda injusticia que entraña una quiebra de valores éticos en nuestra sociedad.
Es preciso que se erradique la injusta y demoledora mentalidad, según la cual la mujer es la primera víctima, que considera al ser humano como una cosa, un objeto de explotación comercial, un instrumento de interés egoísta, o de sólo placer.

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